martes, 8 de junio de 2010

EL PESCADOR JAPONÉS

Por Nazim Hikmet

El pescador japonés muerto en el mar por una nube
mientras recogía el pescado, era joven. De boca de sus amigos yo escuché esta canción
en una noche amarilla allá en el mar Pacífico.

Quien come ese pescado, muere.
Quien toca nuestra mano, muere.
Este barco es un féretro negro.
Quien sube a bordo de él, muere.
Quien come ese pescado, muere.
No enseguida, sino poco a poco.
Su carne se va desintegrando.
Quien come ese pescado, muere.

Quien toca nuestra mano, muere.
La mano fiel y laboriosa.
Lavada por la sal y el sol.
Quien toca nuestra mano, muere.
No enseguida, sino poco a poco.
Su carne se va desintegrando.
Quien come ese pescado, muere.

Mi amor de ojos de almendra, olvídame.
Mi rosa, no me beses:
De mí a ti pasaría la muerte.
Mi amor de ojos de almendra, olvídame.

Este barco es un féretro negro.
Mi amor de ojos de almendra, olvídame.
El niño que podríamos tener.
Sería como un huevo corrompido.
Este mar es un féretro negro.
Este mar es un mar muerto.
¡Los hombres!
¿Dónde están los hombres?

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